En un comienzo los llanos eran territorios puramente indígenas donde se encontraban los Jirayas, Beyotes, Tunebos, Guayupe, Sae, Churoya, Mitúa, Tama, Camonigua, Piapocos, Sáliba, Otamaco y Chiricoa (grupos indígenas).
Para 1850 llegan hacendados del oriente de cundinamarca en respuesta del auge económico y fundan allí haciendas ganaderas. También incursionaron venezolanos en busca de territorios propios. Se reseña la presencia de instrumentos como el bandolín, el tiple y las maracas. Los conjuntos de cuerdas andinas eran el formato tradicional y para 1962 llegaría el arpa de la mano de Miguel Angel Martín.
El folclor Llanero, uno de los más puros y auténticos que le quedan a Colombia, es un el folclor básicamente mestizo, una destilación de rasgos tanto españoles (especialmente andaluces) como nativos de América que comenzaron a interactuar en el siglo XVI con los primeros encuentros entre misioneros e indígenas
.
Los aborígenes fueron tomando a su manera y sentir el canto popular español y los instrumentos de cuerdas (guitarricos, vihuelas, violines, arpas), que introdujeron los jesuitas y fueron mezclándose con carracas, maracas (capachos), y aun tomando la popular zambumbia de los campesinos españoles emigrantes.
Durante la Colonia, la influencia ininterrumpida de Venezuela fue evidente en la aparición de elementos africanos, como el ritmo distintivo sincopado del joropo y la celebración del "Tiempo de Negreras" en Arauca.
La influencia venezolana en el siglo XX puede encontrarse en la creciente popularidad del liquilique y la canción joropo o pasaje. La música tiene un marco festivo para los llaneros, de hecho la palabra joropo designa fiesta. También se ha presentado el intercambio esporádico con el interior colombiano.
Los ritmos más conocidos del llano son: gaván, seis por derecho, san rafael, pajarillo, quirpa, seis corrío, merecure, periquera, zumba que zumba, juana guerrero, chipola y joropo.
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