jueves, 24 de noviembre de 2011

ORIGEN DE LA MÚSICA COLOMBIANA


La música colombiana nace como resultado de la mezcla de diversas culturas de la colonización: la española y africana con las sociedades precolombinas, las cuales fueron el primer grupo histórico-cultural: el indígena o aborigen del territorio colombiano.
Las culturas precolombinas (indígena o aborigen) se desarrollaron en dos regiones geográficas: la Andina y la Amazónica. Allí, luego de continuas migraciones, asentamientos y  unificaciones se fueron conformando tres grandes familias: la Chibcha, la Arawak y la Amazónica. La Chibcha es más destacada gracias a su alto nivel cultural, expresado en una gran variedad de manifestaciones y el extenso territorio que abarcaron. Sus núcleos sociales más representativos fueron los Tayronas, Arhuacos, Cunas y Muiscas; de los que sobreviven Arhuacos y Cunas, pues los Tayronas y Muiscas fueron perdiendo su vigencia tanto por extinción como por mestizaje.

El desarrollo de las religiones chibchas necesitó de un arte musical que integrara la colectividad en torno a los ritos y ceremonias, fundamento de sus creencias y; por lo tanto, de su vida misma. Sin embargo, ciertas manifestaciones musicales tenían como propósito la diversión y el entretenimiento. Estas estaban a cargo de miembros de la comunidad especializados en este arte.

A la llegada de los españoles en el siglo XVI, no habían logrado un notorio nivel de desarrollo cultural. El contacto con los españoles penetró un sistema de vigencias, creencias, usos, tradiciones y formas de vida de la cultura occidental cristiana. Este dominio colonial tuvo vigencia durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Durante los años del coloniaje, otro elemento penetró en la cultura social de la etnia colombiana: el negro africano, traído en esclavitud. Este hombre se localizó en la costa atlántica y pacífica, valles del Magdalena y el cauca y regiones diversas de las minas y las haciendas.

Por lo anterior, son tres elementos etno-culturales que intervienen en Colombia para dar origen a su música: el indígena, el español y el africano.


DIVISIONES Y GÉNEROS DE LA MÚSICA COLOMBIANA SEGÚN SU REGIÓN

La música colombiana se puede dividir en seis grandes regiones: Costa Atlántica, Costa Pacífica, región andina, región de los Llanos Orientales, región amazónica y región insular.






COSTA ATLÁNTICA


Esta región fue clave: punto de contacto y partida de expediciones conquistadoras y  área de fomento del comercio. Por eso, allí aparecen antiguas y poderosas ciudades como Cartagena, Santa Marta, Rioacha, Valledupar y Mompós, donde se fusionaron indígenas, españoles y esclavos africanos.

Las fiestas y la música religiosa española en honor de la Virgen, la Cuaresma, Corpus Christi, San Juan y la Navidad sirvieron para catequizar indígenas y esclavos. Comenzó el mestizaje musical. También influyeron las tertulias y bailes en las casas de los españoles acaudalados en donde danzas europeas cortesanas como la gavota, el rigodón, paspies, pasacalle, contradanza y populares como la jota, el fandango y las seguidillas fueron lentamente asimiladas y transformadas por indígenas y africanos.

La música que caracteriza a esta región es muy alegre, tiene ritmos calientes y muy fuertes que invitan al baile. Los ritmos son: Champeta, Chandé, Chalupa, Cumbia, Cumbión, Bullerengue, Fandango, Garabato, Grito e' Monte, Guacherna, Jalao, Lumbalú, Mapalé, Maya, Merecumbé, Millo, Parrandín, Perillero, Porro, Son de Negro, Son Sabanero, Son Palenquero, Tambora y Vallenato.

En los instrumentos característicos de esta región podemos ver instrumentos de percusión, flautas, gaitas y diversos instrumentos modernos como el acordeón.

COSTA PACÍFICA

El trabajo de los esclavos africanos hizo prosperar las grandes haciendas del viejo Cauca(Chocó, Valle, Cauca, Nariño) y su mano de obra en las minas significó un enriquecimiento para la corona española y para los grandes terratenientes criollos.

Dados los lujos de la aristocracia caucana, la música y la danza cortesana de Europa fue muy frecuente en sus tertulias y saraos (bailes) en donde se distraían al ritmo de danzas, contradanzas, mazurcas, polcas, jotas y algunos romances a cargo de señoritas aficionadas al canto.

Los esclavos dedicados al servicio doméstico tuvieron un contacto directo con la música y danza de sus amos, que les permitió iniciar el proceso de asimilación, difusión y cambio de estas manifestaciones culturales europeas.

La religión católica con sus festividades de San Juan y Navidad influyó  profundamente en el canto religioso popular de los esclavos, que gradualmente fueron substituyendo divinidades y ritos por salves a la Madre de Dios, trisagios,  balsadas fluviales, arrullos a los santos, al Niño Dios, en honor a San Juan y a la Navidad.

El aporte cultural africano más fuerte y arraigado está en el currulao y el bunde, en el grupo musical constituido por marimbas de Chonta, bombo y el antiquísimo canto antifonal africano a cargo de las "cantaoras"  y "repondeoras"  que se acompañan con los guases (maraca tubular africana).

Tiene la música Colombiana con la influencia Africana más pura. Los ritmos que caracterizan esta región son: el currulao, arrullo, alabao, aguabajo, bunde, contradanza y makerule.

REGIÓN ANDINA

Esta es la región más densamente poblada y desarrollada de Colombia, en ella vive cerca del 70% de la población del país. Fue la favorita de los colonos Europeos debido a que goza de un clima muy placentero: dependiendo de la altitud sobre el nivel del mar en la que se esté, se puede vivir ya sea en un verano o en una primavera perpetua (incluyendo todos los pasos intermedios).  Esta región del altiplano cundiboyacense alberga fuerte presencia indígena aculturada tras la conquista española y es, además, donde se encuentra la mayor parte de la población Colombiana de raza blanca, aunque la raza en esta región es en su mayor parte una combinación de Español e indígena con la excepción de comunidades de descendencia Africana en los valles.

Los festejos religiosos de Navidad, Corpus Christi, San Juan y las peregrinaciones a los santuarios de la Virgen (Chiquinquira, Monguí, Chinavita) sirvieron para unir a nivel popular lo español y lo indígena; para crear hacia el siglo XVII el torbellino, los cantos de la guabina y gran cantidad de juegos danzados.

La música de esta región toma elementos rítmicos Africanos e indígenas, pero tiene un componente muy fuerte de influencia Española, lo que se puede ver en los instrumentos típicos que son en su mayoría de cuerda. Siempre se distingue un aire de melancolía en la música de esta región, según parece, consecuencia de la tristeza del indígena por causa de la conquista y la colonia.

Los ritmos que encontramos en la región andina son: el aire criollo, bambuco fiestero, bambuco sureño, bambuco caucano, bambuco patiano, baile bravo, bolero, bunde tolimense, carranga, caña, cañabrava, carrilera, contradanza, charanga, chotis, danza, danzón, estudiantina, marcha andina, mazurca, merengue Bambuquiao, merengue campesino, mojiganga, porro antioqueño, fandanguillo criollo, guabina, guasca, merengue parrandero, porro parrandero, baile bravo, paseo parrandero, pasillo parrandero, corrigua, currulao parrandero, pasillo fiestero, pasillo de salón, pasillo arriao, pasillo arrebatao, pasillo voliao, pasillo zurrunguiao, pasillo toriao, pasillo montañero, pasillo cantinero, pasillo republicano, vals pasillo, pasaje andino, pasodoble, polka, rajaleña, rumba criolla, rumba campesina, rumba opita, rumba pastusa, redova, sanjuanero Tolimense, sanjuanito, son paisa, son sureño, torbellino, trova antioqueña, vueltas antioqueñas y vals.


REGIÓN LLANERA

En un comienzo los llanos eran territorios puramente indígenas donde se encontraban los Jirayas, Beyotes, Tunebos, Guayupe, Sae, Churoya, Mitúa, Tama, Camonigua, Piapocos, Sáliba, Otamaco y Chiricoa (grupos indígenas).

Para 1850 llegan hacendados del oriente de cundinamarca en respuesta del auge económico y fundan allí haciendas ganaderas. También incursionaron venezolanos en busca de territorios propios. Se reseña la presencia de instrumentos como el bandolín, el tiple y las maracas. Los conjuntos de cuerdas andinas eran el formato tradicional y para 1962 llegaría el arpa de la mano de Miguel Angel Martín.

El folclor Llanero, uno de los más puros y auténticos que le quedan a Colombia, es un el folclor básicamente mestizo, una destilación de rasgos tanto españoles (especialmente andaluces) como nativos de América que comenzaron a interactuar en el siglo XVI con los primeros encuentros entre misioneros e indígenas
.
Los aborígenes fueron tomando a su manera y sentir el canto popular español y los instrumentos de cuerdas (guitarricos, vihuelas, violines, arpas), que introdujeron los jesuitas y fueron mezclándose con carracas, maracas (capachos), y aun tomando la popular zambumbia de los campesinos       españoles emigrantes.

Durante la Colonia, la influencia ininterrumpida de Venezuela fue evidente en la aparición de elementos africanos, como el ritmo distintivo sincopado del joropo y la celebración del "Tiempo de Negreras" en Arauca.

La influencia venezolana en el siglo XX puede encontrarse en la creciente popularidad del liquilique y la canción joropo o pasaje. La música tiene un marco festivo para los llaneros, de hecho la palabra joropo designa fiesta. También se ha presentado el intercambio esporádico con el interior colombiano.

Los ritmos más conocidos del llano son: gaván, seis por derecho, san rafael, pajarillo, quirpa, seis corrío, merecure, periquera, zumba que zumba, juana guerrero, chipola y joropo.

REGIÓN AMAZÓNICA

Esta región es la única en Colombia en la que podemos encontrar indígenas Colombianos en un estado casi absoluto de aislamiento y gracias a esto su forma de vivir ha sufrido muy pocos cambios a lo largo de los siglos. Es reconocida como la tierra de los indígenas. El folklore es más cercano al folklore de los países vecinos Brasil y el Perú. En los departamentos amazónicos del Caquetá y el Putumayo se ha creado el denominado Merengue Andino. Es Andino porque se desarrolló basándose en ritmos campesinos de la región Andina putumayense, pero está muy popularizada en la región amazónica de estos departamentos.

Los ritmos que pertenecen a esta región son: batuques, carimbó, ciría, dobrado, lambada, mariquinha, mixtianas, paseata, porrosambas, tangarana, sirimbó y tonadas Indígenas.

REGIÓN INSULAR


La región insular, compuesta principalmente por la Isla de San Andrés, se caracteriza por tener un folclor más cercano al Antillano y Jamaiquino que al de las costas colombianas. Esta región comprende las islas Colombianas alejadas de las costas continentales, como Malpelo (deshabitada) en el Pacífico y el archipiélago de San Andrés y Providencia en el Atlántico.

Las tonadas base de la región son el reggae, el mentó, el Calipso, el tamborito, el cuadrille, pasillo isleño, fox trot, polka, mazurca, vals o waltz isleño, song o canción, socca y el schottisch que son procedentes de Jamaica y Europa. Entre los principales instrumentos que acompañan estos ritmos están: congoleses, mina, el estilaban (semejante a un xilófono de metal), la marimbilla, lambiar o censa africana, la carraca asnal llamada allí "jal- hará" y la guitarra morisca; ocasionalmente acordeones y claves o cencerros y el güiro o maraca antillana.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ritmos de la Costa Atlántica

Mapalé                                             

Champeta, Chandé, Chalupa, Cumbia, Cumbión, Bullerengue, Fandango, Garabato, Grito e' Monte, Guacherna, Jalao, Lumbalú, Mapalé, Maya, Merecumbé, Millo, Parrandín, Perillero, Porro, Son de Negro, Son Sabanero, Son Palenquero, Tambora y Vallenato.

Champeta
Es un ritmo contemporáneo que nació hace 26 años en la ciudad de Cartagena de Indias con una gran influencia de palenque San Basilio. A través de los encuentros de Música del Caribe de los años 80 que se realizaban en Cartagena, se extendió luego a nivel nacional e influyó recíprocamente en géneros internacionales similares como El Reggaeton, el Raggamuffin y otros.
El género Terapia, como también es llamado, nació como una adaptación de ritmos africanos (soukous, highlife, mbquanga, juju) con vibraciones antillanas (rap-raggareggae, compás haitiano, zouk, soca y calipso) e influencias de la música descendiente de lo indígena y afrocolombiano (bullerengue, mapalé, zambapalo y chalupa). Esta fusión de ritmos configuró una nueva cultura musical urbana en el contexto caribeño. Fue consolidada en las barriadas cartageneras a mediados de los años ochenta. Luego, en los años 90 sufrió una serie de cambios tanto en sus contenidos como en su música, acompañado de fenómenos digitales, placas (intervenciones arrítmicas) y siendo tanto amada como rechazada por los sectores élites del país, generando así un género bastante diferenciado de sus orígenes que lo inspiraron.
Se caracteriza porque la base rítmica prevalece sobre las líneas melódicas y armónicas. Es una expresión musical bailable en la que predominan una fuerza y una plasticidad desbordantes. Los instrumentos empleados en la ejecución de este alegre y contagioso ritmo son: la voz, la batería, las guitarras eléctricas, el bajo, las congas y el sintetizador, que añade efectos rítmicos.
Este género musical tiene, como sus elementos únicos, una división temporal de tres aceleraciones: la música inicial, el coro y un tercer elemento llamado el Despeluque, que es propio de ritmos fuertes y repetitivos acompañado por lo general de placas (intervenciones digitales).
Con un lenguaje popular y lleno de inventivas los champeteros cantan sus vivencias. Las letras  evidencian la actitud contestataria de los sectores afrocartageneros discriminados, que arremeten contra la exclusión social y económica o cuentan sus sueños de cambio y progreso.

LOS ABORÍGENES EN LA MÚSICA COLOMBIANA




Indagar acerca del origen de nuestra música colombiana nos permite encontrar las raíces de nuestra cultura, que es descendiente de la mezcla entre nuestros aborígenes: los indígenas, los españoles y africanos. Al hallar dichas raíces, nos damos cuenta de lo rica y hermosa que es nuestra música, cómo cada una de los ritmos, independientemente de la región a la que pertenece, nos remite a una historia, una gente, un paisaje, unos valores, unas creencias y costumbres diferentes. Sin lugar a dudas, un legado inmenso.
Cada uno de los ritmos regionales del país nos muestran una significativa expresión artística, aquí es importante valorar que cada uno de ellos destaca la extroversión o introversión, alegría, sencillez, enojo, crítica, reclamo, burla, elegancia, alusión al cuerpo humano, belleza o fantasía. Cualidades que expresan el sentimiento de nuestros ancestros. Ellos transmitieron su legado generación tras generación, por lo que se ha venido manteniendo como una herencia inmaterial de Colombia.
Antes de que llegara la colonización española al territorio colombiano, los grupos indígenas contaban con miembros especializados del arte musical, los cuales se dedicaban a amenizar los ritos y ceremonias religiosas o de otra importancia para la comunidad y, del mismo modo, con la finalidad de divertir. Pero, aun sabiendo todo esto, es válido preguntarnos quién les enseño este arte. ¿Cómo adquirieron el conocimiento para crear música? Quizá el contacto con los sonidos de la naturaleza les haya permitido desarrollar una gran sensibilidad auditiva. Y los instrumentos con los que se acompañaban fueron elaborados de materiales que encontraban en el medio.
El carácter colectivo de las culturas orales es algo indiscutible. Nuestros grupos indígenas también hicieron parte de la oralidad, lo cual evidencia la reunión de todos los miembros en torno a los acontecimientos relevantes. La transmisión  oral de los distintos contenidos importantes para la normatividad propia de cada comunidad, al ser orales, necesita recordación de los elementos característicos. Dicha remembranza se lleva a cabo gracias a las rimas, parte indispensable de las letras de las canciones y un elemento de la música aborigen.

lunes, 21 de noviembre de 2011

¡REVIVAMOS NUESTRA MÚSICA!

 
Diversos ritmos venidos, principalmente, de la cultura norteamericana se han apoderado poco a poco del mercado musical colombiano y mundial. Y para el caso de nuestro país, le han imprimido a los ritmos autóctonos diversas variaciones que han fragmentado la esencia rítmica, melódica y se han cambiado los acompañamientos instrumentales por otros no pertenecientes a la raíz cultural, creada inicialmente. Una cultura que no nos pertenece y que se tomó la escena musical, comercial. Esta penetración cultural se ha impuesto y ha logrado opacar nuestra música, alterarla y corromper nuestra identidad  armónica, rítmica y melodiosa.
El olvido de la música colombiana, en nuestra cotidianidad pareciera verse, de pronto, resucitado en las fechas emblemáticas para el país, celebraciones en los colegios, en las ferias, fiestas o carnavales. Festejos que recuerdan nuestra verdadera identidad como colombianos. Pero, en este punto debemos recapacitar acerca de la caja de recuerdos que permanece sellada en la vida diaria. Una caja musical que debemos empezar a abrir para escuchar y disfrutar de las maravillas que ofrece la variedad de ritmos, la alusión a la vida, naturaleza y añoranzas de un pueblo que no se cansa de luchar día tras día. La identidad de la patria de amarillo, azul y rojo; la fauna y flora de cada uno de los rincones, descritos con gran detalle en cada estrofa; el reclamo de un campesino, que sin más remedio,  retrata su melancolía por tantos años de yugo; y  el sentimiento colectivo que invita a bailar, disfrutar y sonreír, a pesar de las dificultades que se atraviesan en el camino.
Recuperando todo lo anteriormente descrito, nos preguntamos: ¿Por qué siendo tan rica nuestra música, no domina un mayor porcentaje en preferencia diariamente? Sería muy apresurado dar una respuesta acertada el cien por ciento, pero queda claro que no hace parte de la música comercial, precisamente, gracias a la penetración cultural de la que hablábamos anteriormente. Y ello, en parte a la difusión propagandística y de entretenimiento de los medios de comunicación. Una masificación de la cultura, en este caso: musical. Quizá la imagen o prototipo de lo más destacado no la han moldeado (medios de comunicación) y han hecho que creamos, que la música que sí nos pertenece no hace parte de la moda, de lo in, de los número uno.
En conclusión, vale la pena empezar a recuperar nuestra música y nuestras raíces. No dejemos pasar la oportunidad de revivir el pasado, para encontrar en él la razón de nuestro existir y la causa de lo que somos. Los ritmos, melodías y armonías de nuestra casa, ubicada en la esquina de Latinoamérica. La música colombiana es bellísima, disfrutemos todos los días de ella y así le imprimiremos un mayor sentido a nuestra vida, pues letras tan dicientes como las de ella pocas en el mundo hay. Letras que reviven la naturaleza y la esencia de nuestra identidad a flor de piel. Ritmos que recogen la mezcla entre el oriundo indígena, el esclavo africano y el dominio español, una mezcla que da cuenta de un pasado colonial, pero que da resultados tan sin iguales como la identidad musical colombiana.